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Caterine Ibargüen le ha brindado grandes triunfos a los colombianos, por eso en esta ocasión como se dice coloquialmente ‘me quito el sombrero’.
Reconozco que para mí era una desconocida, pero antes de escuchar su nombre en medios nacionales, lo escuché de la boca de mi hermana, que también es una deportista, pues para ella es una mujer a seguir, y tiene razón.
Más que sus medallas de oro y excelente participación, generando alegría en los corazones colombianos, es una mujer que representa al género de la mejor manera.
La medallista olímpica demuestra que no hay problema al que no se le pueda aplicar un triple salto para llegar a la cima, pues a pesar de ser criada sólo por su abuela en una región de conflicto armado, logró superar adversidades y llegar a la grandeza sin dejar esa bonita sonrisa llena de sencillez que la caracteriza.
La atleta colombiana se podría calificar como una guerrera, pues demostró que el no rendirse y seguir persiguiendo sus sueños, puede llevar a la victoria, aunque en ocasiones no se logre el objetivo, el seguir tocando puertas o intentando una y otra vez como lo hizo ella, luego del fracaso obtenido en el campeonato mundial de Moscú, donde los resultados no le favorecieron, es lo que le inyecta amor, busca un nuevo respiro y hace emocionante no sólo el deporte, sino la vida en general.